viernes, 10 de septiembre de 2010

El insomnio y un T-34

La idea me comenzó algún día a mediados del año pasado. Hacer un gran cuadro con muchos tanques de guerra en medio de una gran batalla, algo así como esos cuadros colgados en El Museo del Prado con harto caballo y jinetes y soldados con lanzas, pero este sin soldados y con muchos tanques de guerra... tanques rusos, tanques T-34.

Necesitaba primero unos modelos, y qué mejor que un modelo de armar, para poder tenerlo tridimensional y poder poner unos cinco o seis en el cuadro. Ante el asombro de mi novia, que me veía con sorpresa buscar en la juguetería un tanque de guerra, encontré un modelo de un tanque ruso, un
JS-2M, que armé y pinté feliz, pero que no eran precisamente lo que yo quería, y miren que el modelo me gusta harto... yo quería un T-34, pero no encontré ninguno.

Recuerdo que en la secundaria, alguna vez Luis Ángel, no sé por qué, llevó un T-34 armado, supongo que por él y que se veía padrísimo... yo quería uno igual. Gracias a una serie de desgracias tuve un encuentro con una tienda de modelismo y ahí me tienen comprando pinturas y harta tontería para armar y buscando pinturas para armar un coche de Fórmula 1, un Mp 4/4 fue que di por fin con un T-34... aunque primero armé el auto.

El coche que armé es Tamiya, una marca japonesa que hace las cosas más detalladas, desde el acabado de las piezas, el ensamble y los instructivos son una maravilla. No digo que no cueste trabajo, pero si uno sigue las instrucciones -con la disciplina nipona- el resultado es espectacular. Luego de armar un auto Tamiya, lanzarse a armar una cosa de marca Revell, que creo que es americana, es un suplicio.

Las piezas no siempre embonan, vienen con harta rebaba, las instrucciones son... caray, hay que estar adivinando y aquí aplica mucho más ingenio que en el seguir las instrucciones. Si uno no lo toma con filosofía, el caso de atora y te dejas de divertir y eso no vale la pena.

Como con el coche, fui pintando las piezas antes de ensamblarlo, con la pintura de los otros tanques, los JS-2M, que traía pintura verde para el camuflaje normal y una blanca, para el camuflaje de invierno, que fue el que quise usar acá. La pintura es opaca, no se distribuye bien por la superficie y seca muy rápido a ratos, quedando dispareja la superficie, lo cual resulta perfecto para un tanque ruso que... bueno, los rusos no son muy dados a los detalles preciosistas en sus artefactos militares, que siempre tienen estos acabados rústicos.

Al final me divertí. Han sido unos días complicados quedándome en mi casa y uno busca cómo entretenerse. Esta es una buena opción. Mi amigo Davido, cuando se enfermó de hepatitis armó creo que un portaaviones y tenía ahí guardados otros tantos modelos que armaría "la próxima vez que me enferme". El Hobby requiere tiempo y paciencia... y aunque no tuve la segunda, de lo primero -el tiempo- de repente me sobraba.
Hay quien arma rompecabezas, esto no es muy distinto (aunque viene con instrucciones). El siguiente paso será hacer posar al tanque para ver si ahora sí, luego de un año, logro comenzar con el cuadro.